Cosas que nadie se atrevía a decir

Friday, October 30, 2009

El dia que me converti en un animal

Fue un miércoles a la noche, lo recuerdo bien, estaba tranquilo escuchando foo fighters mientras disfrutaba de la libertad que te da Internet. Llegado cierto punto, decido ir al baño a cambiarle el agua a las aceitunas (o como se dice en el barrio: "Mear").
Entro al baño que estaba a oscuras, antes de entrar verifico la posición de la puerta ya que la noche anterior me la había dado de lleno en la jeta en plena oscuridad y todavía llevaba las marcas de aquel golpe injusto.
Prendo la luz, me pongo en posición de orinada, pies separados, la mano derecha sosteniendo el "equipo", la otra siendo usada para apoyarme en la pared.
Estoy terminando dicho tramite cuando lo veo, aquel despreciable insecto, como una cucaracha pequeña pero horripilante, yendo desde el lavamanos hasta la base del inodoro, e intentando esconderse de mi mirada detrás del mismo.
La veo, conservo la calma, se que este tipo de insectos detectan el nerviosismo, me alejo mirando a aquel repugnante ser de 5mm. Solo 5mm pero les aseguro, 5mm de maldad pura.
Salgo del baño, directo a mi cuarto pensando en la forma de destruir a aquel animalejo. En un momento de plena lucidez, veo lo que tengo que hacer.
Se que nunca lo hice antes, pero hechos desesperados requieren medidas desesperadas.
Busco aquellos elementos en mi cuarto, los encuentro, por separado no ofrecen peligro. Pero juntos causan daños catastróficos.
Aquel encendedor, que encontre en el campo de river cuando vino Roger Waters y que guardo celosamente como suvenir, y aquel desodorante axe que tiene mas de un mes en una repisa se convirtieron en el arma mas dañina creada por el hombre: el "Soplete de desodorante".
Volvi al baño, agitado y buscando aquel animalejo, y allí estaba, todavía detrás del inodoro. Sin saber que dentro de segundos se acabaría su vida.
Me inclino, entre el inodoro y la bañadera, el espacio es menor pero me deja un rango suficiente para apuntar el encendedor y el desodorante. Apunto, prendo el encendedor y aprieto el desodorante.
Una llamarada amarilla cubre el area donde estaba el despreciable insecto. Suelto el "gatillo" y la llamarada desaparece, el insecto seguia vivo. Corre buscando refugio contra la pared detras del inodoro. Lanzo otra rapida llamarada, esta vez consigo mi objetivo, el bicho se encuentra patas para arriba.
Festejo mi victoria, disfruto unos segundos, pero al instante me doy cuenta de lo que acabo de hacer.

Acabo de matar a un insecto, con un desodorante y encendedor, sin darme cuenta que estaba el papel higienico a centimetros de donde tire las llamaradas, y ni hablar de la cortina de baño plastica que podria haber incendiado toda mi casa. Y a fin de cuentas, el pobre insecto, que por su parecido con las cucarachas que odio fervientemente, tuvo una muerte horrible.

Oh, la humanidad!